Cuando estudiaba en la universidad conocí el Centro Universitario Cultural, CUC donde hice grandes amigos y tuve maravillosas experiencias de vida. Fue una época increíble en mi vida: cantaba en un coro, era catequista en FEF , tenía a Fr. Luis Ramos como mentor (coach), y además empecé a tomar clases de Teología con los Frailes Dominicos. Uno de los temas que siempre recuerdo es la clase donde explicaron el Ruaj, o soplo divino que da la vida.

Como referencia debo decir que cuando era niña me regalaron una biblia editada por una autora holandesa- Anne de Vries: La Biblia Contada a los Niños. Ese libro me marcó de muchas maneras por la forma cómo la autora describía las historias del Antiguo Testamento y en especial, la manera como Dios se manifestaba. Desde su amistad con el Patriarca Abraham cuando lo visitó en su tienda en medio del desierto, hasta la manera como se comunicaba, por ejemplo, con el Profeta Samuel cuando era niño. Con cada uno se comunicaba según se le podía entender.
Esa Biblia fue un regalo invaluable que recibí a los 9 años y lamentablemente ya no la editan. Yo compré un ejemplar usado en Amazon y lo guardo como un gran tesoro.

La palabra hebrea ruaj significa “viento”, “aliento” o “espíritu”. El primer uso de la palabra en la Biblia aparece en el segundo versículo: “El Espíritu de Dios [ Ruaj Elohim ] se movía sobre las aguas” ( Génesis 1:2 ). En Génesis 6:17 ruaj se traduce como “aliento de vida”. Génesis 8:1 usa ruaj para describir el “viento” que Dios envió sobre la tierra para hacer retroceder las aguas del Diluvio. En total, la palabra Ruaj se encuentra casi 400 veces en el Antiguo Testamento.
Volviendo a las clases de Teología en el CUC, aprendí que el Ruaj o el soplo divino que dio vida a Adán, según el Génesis; y que abrió el Mar Muerto para que los Israelitas salieran de Egipto dejando atrás la esclavitud. Y desde entonces, cuando escucho el sonido del viento recuerdo el Ruaj.
Hace poco encontré este maravilloso texto donde se describe como el Ruaj o soplo divino está presente desde que nacemos cuando respiramos:
“Hubo un momento en que Moisés se atrevió a preguntar a Dios cuál era su nombre. Dios tuvo la gracia de responder, y el nombre que le dio está registrado en el original hebreo como YHWH.
Con el tiempo hemos añadido arbitrariamente una “a” y una “e” para obtener YaHWeH, presumiblemente porque tenemos preferencia por las vocales.
Pero los eruditos y los rabinos han señalado que las letras YHWH representan sonidos respiratorios, o consonantes aspiradas. Cuando se pronuncia sin vocales intermedias, en realidad suena como una respiración.
YH (inhalar): WH (exhalar)
Así que el primer llanto de un bebé, su primera respiración, pronuncia el nombre de Dios.
Un suspiro profundo pronuncia su nombre, o un gemido o un jadeo demasiado fuerte para las meras palabras.
Incluso un ateo pronunciaría Su nombre, sin saber que su propia respiración está dando un reconocimiento constante a Dios.
Del mismo modo, una persona deja esta tierra con su último aliento, cuando el nombre de Dios ya no está llenando sus pulmones.
Entonces, cuando no puedo pronunciar nada más, ¿mi grito está pronunciando Su nombre?
Estar vivo significa que pronuncio Su nombre constantemente.
Entonces, ¿se escucha más fuerte cuando soy el más silencioso?
En la tristeza, suspiramos con fuerza.
En la alegría, nuestros pulmones se sienten casi como si fueran a estallar.
En el miedo, retenemos la respiración y nos tienen que decir que respiremos lentamente para ayudarnos a calmarnos.
Cuando estamos a punto de hacer algo difícil, respiramos profundamente para encontrar nuestro valor.
Cuando pienso en ello, respirar es darle aliento. ¡Incluso en los momentos más difíciles!
Esto es tan hermoso y me llena de emoción cada vez que capto el pensamiento. Dios eligió darse un nombre que no podemos dejar de pronunciar en cada momento en que estamos vivos.
Todos nosotros, siempre, en todas partes.
Al despertar, al dormir, al respirar, con el nombre de Dios en nuestros labios.”