Después de un año de vivir con la pandemia y de adaptarme a los cambios forzosos como todo mundo, he estado pensando en las cosas que nos hacen felices sin que nos diéramos cuenta, y de la importancia de rescatarlas.
Libertad

Ayer vacunaron a mi mamá. Y por primera vez desde que empezó el tema del encierro, me ha dicho que estaba contenta porque su libertad estaba más cerca. Ser libre de ver a sus amigas, de hacer sus propias compras, de festejar cumpleaños y abrazarnos.
Al principio de la pandemia salimos en horarios restringidos y muchos lugares que solíamos visitar cerraron por un tiempo, algunos permanentemente.
Este tiempo hemos aprendido a valorar el poder salir a nuestro antojo, sin importar la hora o la afluencia de personas, prestando atención a las pequeñas cosas que nos significan.
Presencia física
Nuestros planes de celebrar algún acontecimiento especial tuvieron que modificarse . ¿Cuántos de nosotros no hemos celebrado algún cumpleaños por Zoom? Cancelamos viajes, cursos, reuniones con amigos, incluso el ver a nuestros seres queridos.
Hemos tenido que adaptarnos y hacer sentir cercanos a aquellos que tanto extrañamos, haciendo la prueba del bicho antes de poder ver a alguien.
Lo más difícil ha sido el saber de gente conocida y cercana que ha fallecido por complicaciones del virus. Ha sido como una guerra contra un enemigo invisible que nos ha hecho vivir con temor de no entender a lo que nos estábamos enfrentando.
¿Cómo te has sentido al reencontrarte con alguien muy querido? Especialmente en los primeros meses de la pandemia era una enorme alegría ver a alguien en persona, aunque fuera desde lejos. Recuerdo muy bien la alegría que sentí cuando vi a mi amiga Milagros después del encierro, aunque fuera por pocos minutos. Ahora valoro y agradezco más que nunca la presencia de la gente que quiero.
Responsabilidad social
Hemos vivido con la idea del individualismo, del “yo primero”. Todos hemos visto gente que se pasa el semáforo en rojo, o se adelantan en una fila, o disfrutan el ser ventajosos al sentir que ganan a los demás. Si das el paso a alguien que está cruzando, no falta quien ya está tocando el claxon para que se apure.
Con la pandemia nos hemos visto en la necesidad de cuidarnos entre todos, usando cubrebocas, haciendo caso de las indicaciones sobre evitar lugares cerrados o concurridos. Sin embargo, sigue habiendo gente que no comprende el sentido de comunidad, que vivimos en conjunto y que cualquier acción que se hace afecta a los demás.
Tengo un vecino médico a quien a veces veo cuando salgo al parque con Momo, mi perra. Todos estos meses me contaba lo que iba viviendo en el hospital COVID donde trabaja, y lo frustrante que era para él ver que la gente salía a hacer ejercicio sin protección, pensando que ni a ellos ni a sus familias les iba a pasar nada. Una muestra de buscar el beneficio individual por encima del colectivo, aún en situación extrema como lo es la pandemia.
Mirar hacia arriba
Esto es algo que empecé a hacer cuando estaban restringidas las salidas al inicio de la pandemia. Sacaba a mi perra Momo a caminar dos veces al día, y volví a mirar hacia arriba. Especialmente cuando estaba en el parque cercano a casa. Ahora pongo más atención a los colores y a los sonidos. Me hace sentir que estoy en el presente.
Lugares que nos significan
Algo que he hecho recientemente es caminar por lugares que me hacen feliz. Hace algunos domingos me fui a caminar a Ciudad Universitaria donde estudié. Fue muy agradable regresar y recordar también a mi papá, que fue de las primeras generaciones en la Facultad de Ingeniería.
Caminé por la biblioteca central, donde fui asidua visitante del piso 3, y pasé por las cafeterías de las facultades de Química y Economía, donde tantas veces comí. ¡Qué lindo paseo!
Tengo otros lugares que me significan, como Coyoacán en la zona de Santa Catarina, el ex-convento de Churubusco, o San Angel, en la Ciudad de México. A veces esas pequeñas visitas son un regalo para el corazón. Son de las pequeñas cosas que nos hacen felices.
Espero que pronto se den el regalo de visitar algún lugar cercano a su corazón.
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