Siempre he sido muy mental, y me ayuda hacer cosas manuales para la creatividad y liberar estrés. A finales del verano de 2018 decidí intentar tejer, y una amiga me recomendó las clases en Crochet en Galerías Insurgentes con la maestra Ale. Ahí conocí y me integré a la hermandad del crochet, conocida como el grupo de Siempre Felices.
Me aparecí un miércoles por la tarde, y vi una mesa redonda con algunas mujeres tejiendo. Me acerqué y pregunté por la maestra Alejandra. Me presenté y le dije quién me recomendaba. Ale me preguntó qué quería tejer, y como yo no tenía idea, empezamos con los puntos básicos en dos agujas.

Elegí estambre de colores y agujas grandes, y la verdad no entendía nada de la explicación de los puntos. Y sin darme cuenta seguí tejiendo lo que se convirtió en un cobertor largo, largo, largo. Cada puntada era un color distinto, y como se veían tan lindos, yo seguía teje y teje.
Lo que me atrajo de la clase fue la paciencia de Ale y la charla tan amena del grupo. Así empecé a conocerlas poco a poco. Algunas iban solo por una clase o una corta temporada. Pero con el paso de las semanas fui conociendo a las asistentes más constantes, y se fue formando un grupo más compacto.
En la hermandad del crochet siempre había historias que compartir, sugerencias de libros, películas y recetas. Cada mes sin fallar celebrábamos los cumpleaños y cualquier pretexto era bueno para compartir. Nos pedíamos opinión para iniciar un proyecto, y nos felicitábamos de las creaciones que lográbamos terminar. Unas más rápido que otras.
Todas teníamos historías para contar: Laura como historiadora nos contaba las investigaciones sobre construcciones de la época colonial; Lili tiene un anillo mágico que la convirtió en mujer super poderosa. Elia es la master del Thermomix y avanzada tejedora. Mary nos llevaba el brillo como un sol siempre que llegaba y nos decía -“¿Qué creen muchachas?”
Consuelo nos maravilló con un cobertor precioso que tejió, y siempre nos actualizaba con temas de interés. Emita generosa en su amistad, y Ale se dividía en mil para ponernos atención en lo que íbamos tejiendo. Ane, Caty, Paty, Anita, y todas que siempre fueron tan amenas y empáticas. Francisco nos enriqueció con su simpatía y talento.
Los miércoles por la tarde siempre había un espacio fraterno de encuentro y creatividad. Dejamos de reunirnos cuando empezó la pandemia. Hemos tenido reuniones por Zoom y seguimos con nuestro chat de Siempre Felices compartiendo y animándonos. Nos extrañamos mucho. Seguro que el primer miércoles que podamos salir con normalidad la primera cita será con mis amigas queridas de la hermandad del crochet.