El tiempo es algo efímero y no nos damos cuenta. Lo curioso es que damos más importancia a nuestro pasado y a nuestro futuro que a nuestro presente. Ese presente que pasa tan rápido ante nuestros ojos que ni siquiera nos damos cuenta que es un regalo.
El pasado nos ayuda a aprender y a avanzar, mientras que el futuro nos ayuda a alcanzar nuestros objetivos, nos motiva y nos hace soñar con lo que queremos. Pero, ¿dónde está el presente en todo esto?
No te aferres al pasado, no sueñes con el futuro, céntrate en el presente.
Gautama Buddh
El año pasado en los peores días de la pandemia, aprendí a dar importancia a vivir el presente. ¿Cómo? Agradeciendo lo que tenía cada día. Puede sonar trillado, pero de verdad funciona: tener salud, servicios en casa, comida, ingresos y por supuesto familia y amigos para compartir la experiencia desde mi personal espacio.
Salía todos los día a pasear a mi perra y aprendí a mirar arriba. Con eso mi perspectiva empezó a cambiar. Estamos acostumbrados a mirar por dónde caminamos, en lugar de centrarnos en nuestros pasos. Uno a la vez.
Las prisas, el estrés, la conciencia de pensar siempre en el futuro nos impiden mirar al presente y ver dónde estamos y lo que hemos conseguido hasta ahora. No podemos disfrutar el momento, porque nos obligamos a mirar siempre hacia delante.

Hace poco me encontré con esta historia que refuerza el concepto de que el presente es un regalo que todos tenemos mientras estemos con vida:
3 MONJES Y EL DIABLO
El demonio se apareció a tres monjes y les dijo: si les diera potestad para cambiar algo del pasado, ¿qué cambiarían?
El primero de ellos, con un gran fervor apostólico respondió: “Impediría que hicieras caer a Adán y Eva en el pecado para que la humanidad no pudiera apartarse de Dios”.
El segundo, un hombre lleno de misericordia, le dijo: “Impediría que tú mismo te apartases de Dios y te condenaras eternamente”.
El tercero de ellos era el más simple y, en vez de responder al tentador, se puso de rodillas, hizo la señal de la cruz y oró diciendo: “Señor, libérame de la tentación de lo que pudo ser y no fue”.
El diablo, dando un grito estentóreo y estremeciéndose de dolor se esfumó.
Los otros dos, sorprendidos, le dijeron: “Hermano, ¿por qué has reaccionado así?”. Él les respondió:
“Primero: NUNCA debemos dialogar con el enemigo. Segundo: NADIE en el mundo tiene poder para cambiar el pasado. Tercero: el INTERÉS de Satanás no era probar nuestra virtud, sino atraparnos en el pasado, para que descuidemos el presente, el único tiempo en el que Dios nos da su gracia y podemos cooperar con ella para cumplir su voluntad”
De todos los demonios, el que más atrapa a los hombres y les impide ser felices es el de “lo que pudo ser y no fue”.
El pasado queda a la Misericordia de Dios y el futuro a su Providencia. Solo el presente está en nuestras manos. “Vive hoy”
“Cada día con su propio afán”.
Gran lección! Parece muy sencillo y lo es si dejas y aprendes del pasado!